Altos y magestuosos los arboles se paraban unos junto a otros, los mas viejos de troncos arrugados junto a los menudos arboles jóvenes, todos compartiendo un pequeño espacio, todos escuchando el cantar del río que jugueteaba cerca con las rocas.
El cielo celeste trataba de colarse entre las verdes ramas, el viento le imitaba.
El todo sorprendía, recargaba las energías, solo faltaba ver ninfas o hadas caminando sobre la alfombra de hojas, sentadas en las ramas, bañándose en el rió, cantando o riendo con el viento.
Cuantos años llevará ese bosque ahí, a cuanta gente habrá visto pasar...
Gracias desde lejos. Gracias por dejarme entrar.
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