Diario de un viajero (parte III)

Día 15: La verdad es que me gusta andar en micro, mirar a la gente e imaginar que piensan, espiar por la ventana la gran cantidad de caras y expresiones que hay junto a mi y asustarme o reír disimuladamente con ellas. Pero, por sobre todo, me gusta confiar en el chofer que hace cinco minutos choco un paradero y quebró un espejo. Me gusta confiar en él porque cuando me subí me saludó.

Día 16: Me levante tarde y aun tengo sueño, estoy un poco desanimada. El bus paró en medio de la carretera, debemos bajar y esperar otro, este se ha "quedado en pana". Por suerte no voy atrasada. Mejor comienzo a pensar que este será un gran día.

Día 17: Apagan las luces, mi compañero prende la luz de lectura y se sorprende de su potencia. A mí no me molesta pero él no se anima a leer. Fue una corta hora de charla entretenida, que de seguro le significó un poco de desvelo, igual que a mi.

Día 18: Subió por delante y no sé si pago su pasaje. Dijo ser un payaso pero no parecía tal, era en esencia gracioso. Cambiaba música por monedas y regalaba sonrisas. Sé que más de alguien rió con él, pues el disimulo no fue suficiente.
Ya bajo. Ahora todos viajamos serios denuevo.

Día 19: La bocina no paraba de sonar, aún así el conductor continuó con su descuidada maniobra en reversa. Nos sacudimos dentro del colectivo. -Lo siento, les devolveré su dinero- nos dijo el joven chofer luego de haber sido impactado su auto. Ahí quedamos, a medio trayecto. Seguí caminando a tomar el bus, dejando atrás a dos autos chocados, un señor dando escusas estúpidas y un celular llamando al 133.

Día 20: Subo al bus, queda un asiento junto a la ventana y camino directo hacia él. Al llegar noto que hay un bolso pero de todas formas le pido permiso a su dueño para pasar. ¡Lamentable! ha tomado el bolso y se ha sentado junto a la ventana. De seguro ha quedado incomodo, no pudo dormir durante todo el viaje.

Día 21: Camino por el pasillo y un señor me ofrece el asiento que hay junto a la ventana, magnífico. Me siento y comienza a hablar, me pregunta cosas y la verdad es que no quiero charlar, así que respondo cortésmente, miro por la ventana, tomo los audifonos y me duermo.